miércoles, 25 de septiembre de 2013

La navegación a vapor en Campeche durante el siglo XIX


Por Víctor Alfonso Medina Lugo

La Península de Yucatán se caracterizó por su aislamiento a lo largo del período colonial, e incluso entrado el siglo XX, ya que la selva y el terreno pantanoso de la zona sur impedían un contacto directo por tierra con el centro de México, por lo que su comunicación con el exterior se llevó a cabo vía marítima a través del muelle de San Francisco de Campeche principalmente, y otros puertos como Sisal, Champotón, Río Lagartos y Bacalar, entre otros, situados a lo largo de la costa peninsular.
Con los avances en la industria náutica a lo largo del siglo XIX, los medios de comunicación marítimos se fueron haciendo mucho más eficientes al introducirse los adelantos tecnológicos como la máquina de vapor, lo que motivó que los barcos dejaron de depender tanto de los vientos como de las corrientes marítimas. Así, para el año de 1818 se construyó en astilleros norteamericanos el SS “Savannah”, un barco híbrido que combinaba el sistema de velas con un motor de vapor y cuyo objetivo era ser la primera embarcación en cruzar el Atlántico, lo cual logró en apenas 27 días.
No hubo que esperar demasiado para que otros constructores de naves imitaran la hazaña, así aparecieron los vapores ingleses HMS Sirius y HMS Great Western que viajan exitosamente hasta Nueva York, en el año de 1839. De este modo se consolida la comunicación con otras regiones y se fundan compañías como la Royal Mail Steam Packet Company, que ganó un contrato para transportar correo cada quince días uniendo a Barbados, Granada, las Islas Vírgenes Danesas, Haití, Cuba y México, además de servicios de enlace de varios puertos de la América continental.
Pero a pesar que la tecnología náutica avanzó a pasos agigantados, se seguían enfrentando a los mismos temores de siempre; asaltantes, inclemencias del tiempo y la geografía marítima.
Uno de los más temidos obstáculos que hicieron frente las embarcaciones que cruzaron por la península de Yucatán, fue Arrecife Alacranes, ubicado al norte de la península y el cual cobró victimas desde la época colonial, apareciendo ya en la cartografía del siglo XVI debido a su peligrosidad para las naves.
Aún en el siglo XIX siguió causando desastres, los cuales no fueron ajenos a los vapores de la Royal Mail Steam Packet Company, pues su vapor Tweed naufragó fatalmente en estos arrecifes en 1847, arrastrando consigo 120 vidas, acontecimiento que se repitió dos años más tarde, en 1849 con el HMS Forth, aunque en esa ocasión no hubieron pérdidas humanas.
Los vapores correo fueron embarcaciones que se encargaban del transporte de correspondencia, además del tránsito de mercancías y pasajeros entre los diversos puertos.
Una embarcación muy conocida para los campechanos de la época era el Campechano, un vapor correo que daba servicio de Progreso a Veracruz y ocasionalmente a San Juan Bautista (Tabasco), haciendo escalas en Celestún, Campeche, Champotón, Laguna y Frontera. Su itinerario era publicado en los periódicos de la época, especialmente en El Reproductor Campechano. Esta embarcación fue construida con fondos de la familia Baranda y la compañía que la tenía a su cargo era Vapor Correo Nacional Campechano.
Otras embarcaciones nacionales de la misma temporalidad eran el Tampico, y el México. Todos estos navíos se encargaron de transportar tanto a personas como a mercancías a todo lo largo de las costas del Golfo de México. Otras líneas postales marítimas que transitaban en México fueron la Compañía Trasatlántica Mexicana, la cual daba un servicio mensual entre Veracruz y Liverpool haciendo escalas en Progreso, La Habana y puertos de España y Francia. La Compañía de Vapores Correos de F. Alexandre & Sons que proporcionó un servicio semanal entre Veracruz, La Habana y Nueva York, con escalas en Frontera, Campeche y Progreso, llegando a tocar en ocasiones los puertos de Tuxpan y Tampico, esta empresa hacía conexión con los vapores de la Empresa Bulnes Hermanos, la cual daba servicio entre San Juan Bautista y Frontera.
Estas sociedades hacían sus anuncios en los periódicos de la época, especialmente en los de variedades. A través de estos periódicos no solo es posible conocer qué barcos arribaban y a qué compañías pertenecían sino también los productos que mercantilizaban pues a los comercios les gustaba anunciar con bombo y platillo las grandes novedades que recibían en sus tiendas. Así, en las tiendas campechanas era posible encontrar desde cervezas alemanas, vinos franceses, telas de Medio Oriente y medicamentos de todas partes del mundo.
Las embarcaciones no se limitaban de forma exclusiva al transporte de correspondencia, pues como sus mismos anuncios señalaban: “se recibe carga, pasajeros y correspondencia franca”. A través de ellos se movían por los mares los recursos y productos de la región, además de sus habitantes. En un anuncio del 14 de octubre de 1888, El Reproductor Campechano informó los precios de la New-York And Cuba Mail Steamship Company, donde se aprecia que las cargas comunes de Campeche a Nueva York eran el henequén, los cueros de res, el palo de tinte y las pieles de venado, mientras que los fletes de Nueva York a Campeche eran de madera de construcción, cerveza, ganado, vegetales y frutas, grasa y cimiento para las construcciones.
El viaje de Progreso a Campeche tomaba aproximadamente 3 días, dedicándose un día a permanecer en el puerto, mientras que el recorrido hacia Veracruz desde el puerto campechano tomaba cerca de 20 días ida y vuelta. De todas las compañías la que frecuentemente tenía variaciones en sus salidas y entradas era el Vapor Correo Nacional El Campechano, mientras que las líneas americanas presentaban pocas anomalías en sus servicios.
Para el año de 1890 entró en servicio en la península, la línea de vapores españoles Compañía Transatlántica Española, tocando los puertos Nueva York, Habana y Progreso antes de llegar a Campeche, y de aquí partía hacia Frontera y Veracruz. Su principal embarcación fue el vapor “Habana”.
Los vapores de esta época no eran en su totalidad de metal, sino que se combinaban estructuras metálicas con madera, fueron los avances en la metalurgia de finales de siglo los que permitieron la construcción de barcos de hierro y posteriormente de acero, provocando que los cascos se fueran haciendo más sólidos y ligeros. Se les conoce como vapor de ruedas ya que llevaba unas ruedas con paletas colocadas normalmente a ambos lados del casco o en ocasiones en la popa, y la propulsión no dependía sólo de las calderas ya que llevaban mástiles con velas, especialmente los que se dedicaron a las travesías transoceánicas.
El declive de estos vapores llegó en el año de 1897, cuando Robert Diesel inventó el motor que lleva su nombre, y se basaba en la combustión interna de un combustible fósil derivado del petróleo, lo cual agilizó mucho más las travesías, además que economizó los espacios al no tener que transportar los enormes volúmenes de leña que requerían los otros motores.

En la actualidad se conservan muy pocos vapores en el mundo y los que existen son empleados con fines turísticos y recreativos, pues como medio de transporte han sido superados. Estas embarcaciones que surcaron los mares del golfo no dejan de ser parte importante de nuestra historia, especialmente de la Península de Yucatán, en cuyas profundidades descansan aun varias de estas naves esperando ser rescatadas del olvido para colaborar en la reconstrucción de nuestro pasado económico y comercial.